Colegio Verdemar, de Santander


Algo que ha llamado mi atención sobre este colegio es que no se centra en innovar solamente con la tecnología, sino que incluye a sus proyectos enseñanzas que podríamos considerar más “clásicas” como el ajedrez y las artes escénicas que, por lo general, no resultan demasiado populares entre los más jóvenes.
Por otra parte, el hecho de que se insista en que los trabajos sean colaborativos y que involucren, sin excepción, a toda la comunidad educativa, hace que sea, evidentemente, más fácil de realizar. Este tipo de proyectos, aunque son importantes, necesarios y a los alumnos, por lo general, les gusta participar, también son muy difíciles de gestionar, de manera que si quedan relegados a un profesor o, incluso, a un solo departamento, lo más seguro es que se haga un proyecto de este tipo, pero que, por los malos resultados o la mala experiencia, no se repita y ese colegio caiga en seguir repitiendo el modelo de enseñanza tradicional del que, considero, estamos cansados y cuyos resultados no son tan buenos como pretenden hacernos creer.
De esta forma, los alumnos no solo aprenden biología, matemáticas o ciencias naturales, sino que aprenderán cosas que podrán aprovechar en su tiempo libre y cuyo ejercicio podrán realizar a lo largo de toda su vida, no solo en un punto concreto, por petición de un profesor y con el único fin de conseguir una buena nota.

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